Historia del autocine
En el mundo
Los inicios
Corría el año 1933 en Crescent Boulevard, en Camden, Nueva Jersey, cuando Richard M. Hollingshead, Jr. (1900-1975), gerente de ventas de la marca de lubricantes para automóviles Whiz, inventó el autocine sin ser consciente de que estaba creando un nuevo negocio. Es por eso que el término “drive-in” no se popularizaría hasta algunos años más tarde.
A Hollingshead se le ocurrió proyectar cine al aire libre con la idea de promocionar los lubricantes que vendía la empresa de su padre, la planta química R.M. Hollingshead Corporation. También se comenta que fue animado por su madre que, con sobrepeso, tenía problemas para sentarse en las butacas de los cines convencionales.
De modo que eligió un eslogan publicitario: “cada cual, en su propio palco”. Unos meses antes había solicitado una patente de la idea, que le fue concedida con número 1909537 el 16 de mayo de 1933.
Richard Hollingshead Jr. creó una compañía llamada Park-It Teatros, Inc. con otros tres inversores: su primo John Smith, Ellies Edward, y Willets Oliver.
Dio aquel paso en el momento más idóneo, dado que el boom automovilístico coincidía con el de las proyecciones cinematográficas en los Estados Unidos de América. Fue así como, involuntariamente, fraguó la idea del autocine.
Decidió colgar una pantalla (que después sería de 12 x 15m) de unos árboles del patio trasero de su casa, colocó un proyector Kodak 1928 en el capó de su coche y puso una radio detrás de la pantalla. Probó el sonido a distinto volumen con las ventanas de su coche subidas y bajadas. Posteriormente, sustituiría la radio por 6 altavoces de pie.
Calculó el tamaño y el espaciamiento ideal entre las plazas de aparcamiento y creó una rampa en cada una para elevar el morro de los vehículos, logrando así que tuvieran una visión despejada de la pantalla sin molestarse entre ellos.
La primera película
El 6 de junio de 1933, en una parcela de unos 400 acres (aproximadamente 1,6 km2), se inauguro el “Cine Teatro del Automóvil” en el Admiral Wilson Boulevard (Boulevard del Almirante Wilson) de Camden, o US Route 30 (Ruta 30).
La primera película proyectada fue la comedia británica Wives Beware (1932), que en Gran Bretaña se llamó Two White Arms, de 63 minutos de duración, dirigida por Fred Niblo y protagonizada por Adolphe Menjou y Jane Baxter.
Acudieron al estreno alrededor de seiscientos espectadores. Sin saberlo, Richard M. Hollingshead, Jr. había creado un nuevo negocio que estaba revolucionando el mundo del cine.
Mejor en familia
La entrada costaba 25 centavos por persona, más otros 25 centavos por el coche. La entrada para 3 o más personas, o incluso sin automóvil, costaba un dólar. Era una solución económica para aquellos que no podían acudir al cine. Pero además era un entretenimiento familiar.
Un cartel rotulado con las letras “Toda la familia es bienvenida, sin importar lo ruidosos que sean sus niños” era el reclamo que incitaba tanto a padres como a los pequeños de la casa.
Como curiosidad, Hollingshead vendió el teatro en 1935 para abrir otro. Vendió el concepto de Park-It Theaters a Loews Drive-In Theatres, Inc., pero tuvo problemas para cobrar los derechos y, tras llevar a juicio a la compañía Loews, la patente de Hollingshead quedó invalidada en 1950.
Sin embargo, no fue hasta la década de los años cincuenta y de los sesenta cuando estos cines vivieron su época dorada gracias a la popularidad que ganaron entre los baby boomers. Se abrieron más de 4.000 autocines a lo largo y ancho del país, la mayoría en zonas rurales.
Durante la década de los setenta fueron perdiendo popularidad por culpa de la crisis del petróleo y la aparición de las cintas VHS (Video Home System). Además, los estadounidenses optaron por vehículos de tamaño menor, lo que supuso que fuera más incómodo disfrutar de las películas en un autocine.
Hace una década existían 364 autocines en los EE.UU., una cifra muy inferior a los aproximadamente 4.000 que había en 1958.
Al iniciarse 2020 apenas quedaban unos 300 en todo el mundo, la mayoría de ellos en Estados Unidos y Australia, aunque también los hay en Alemania, Italia, Inglaterra, España, Irlanda, México y Argentina.
Sin embargo, inesperadamente, las circunstancias han hecho resurgir una moda casi olvidada.
Los más famosos del mundo
En Nueva York se encuentra el clásico Finger Lakes, uno de los más antiguos de Estados Unidos. Cuenta con una exposición de autos clásicos, una ambientación que le otorga su punto de distinción.
The Family Drive se encuentra en Stephens, ciudad de Virginia. Se abrió en 1956 y está ambientado con música de los años 50, 60 y 70. Tiene un parque infantil y admite mascotas (pet-friendly).
En Carolina del Sur podemos visitar el Monetta Drive-In. Ofrece juegos durante el intermedio de la película, durante el cual pueden anunciarse cumpleaños y celebraciones. Sabido es que en Estados Unidos no hay un minuto que desaprovechar.
The Four Brothers Drive-In. Ofrece una decoración retro con señalización de neón, y no falta una bomba de gasolina antigua. Sus camareros recomiendan el batido de leche Cabernet, e incluso han previsto ofrecer alojamiento nocturno en ciertas épocas del año.
En Ballston Spa, Nueva York, encontramos el Malta Drive-In. Lleva proyectando películas sin descanso desde 1949 y presenta una original carpa de mediados del siglo XX.
Viajamos ahora a Orefield, Pennsylvania, para conocer el drive-in más antiguo de Estados Unidos aún en activo. Hablamos del Shankweiler Drive-In, que data de 1934. Toda una leyenda viva que permanece intacta, y ni siquiera sucumbió a la ira del huracán Diane que arrasó la zona en 1955.
En Door County, Wisconsin, nos espera el Skyway Drive-In. Más americano, imposible. Escondido entre el Lago Michigan y Green Bay, no puedes dejar de pedir una bola de helado de Door County Ice Cream Factory o un zumo de cereza dulce, pues no en vano nos encontramos en el condado de la cereza.
Y ha llegado el momento de abandonar los Estados Unidos de América para dar el salto a Europa. En concreto, a Dinamarca, para encontrarnos con el Lynge. Lleva activo desde 1961, tienen tres pantallas que funcionan desde el 1 de marzo hasta el 30 de diciembre y hay espacio para 750 coches. ¡Casi nada!
En España
En nuestro país, aunque no abunden, no nos quedamos atrás en autocines de calidad. Pero comencemos haciendo algo de Historia.
El primer autocine de España fue el Motocine Barajas. Nacía en Madrid en 1959, en la actual Alameda de Osuna. Sus propietarios fueron Antonio Garrigues Díaz-Cañabate y Pepín Bello. Fue diseñado por el arquitecto Fernando Chueca y ejecutó la obra la compañía Peninsular de Asfaltos y Construcciones con el ingeniero Serverino Bello al frente.
El espacio tenía 40.000 metros cuadrados, con capacidad para 700 vehículos que se repartían en 13 filas. El acceso a la explanada de proyección se realizaba desde el punto en el que confluían la que por aquel entonces se conocía como autopista de Barajas y el ramal de entrada al aeropuerto. Por desgracia, cerró en pocos meses.
También existió en 1977 un autocine en Barcelona en el kilómetro siete de la autovía de Casteldefels, cerca del aeropuerto del Prat. Inaugurado el 1 de septiembre de ese año, se denominaba “El Autocine” y tenía capacidad para 395 automóviles, lo que equivalía a unos 800 espectadores. Ofrecía una pantalla de 250 metros cuadrados y en cada plaza de automóvil se erigía una torre de sonido para la audición de la película. Disponía de servicio de bar y de una enfermería para primeros auxilios.
El día de la inauguración, con un lleno total, los espectadores pudieron disfrutar de dos películas, Los doce días de Astérix, en la sesión de tarde, y, Frenesí en la de noche. Permaneció funcionando unos seis años, cerrando sus puertas en 1983.
La mayoría de los autocines actuales se ubican en la Comunidad Valenciana, a orillas del mediterráneo. Son el Autocine Drive-in en Denia, el Autocine Star en Valencia y el Autocine El Sur en Mutxamel (Muchamiel, Alicante). En Jávea, sólo en verano, abre el Autocine de Xàbia.
El Sur y el Star son de los más conocidos, pues ya acumulan 30 años de permanencia ininterrumpida.
De todos los que aún siguen funcionando, el primero en crearse fue el mencionado Drive-In en Denia (Alicante). Ofrece una pantalla de 200m2 y está situado a escasos doscientos metros del mar Mediterráneo, en una parcela de 12.000 metros cuadrados que permite albergar unos 300 coches junto a la playa de Les Marines. El emplazamiento del Drive-In fue elegido con esmero, en un cruce de carreteras bien visible para despertar la curiosidad.
Con más de 40 años de antigüedad, fue inaugurado en junio de 1979 por un técnico de la localidad especializado en rodajes, productor ejecutivo cinematográfico. Se creó en la época en que empezaban a circular los primeros vídeos piratas, cuando la mayoría de españoles conducía un Seat y casi 50 años después de que se popularizara su uso en EE UU. Su promotor se esmeró en la programación familiar para lograr impulsar su Drive-In como la opción ideal para ver una película en grupo. Fue el primero en la Comunidad Valenciana y, como decimos, el más antiguo de cuantos siguen abiertos.
De la misma época es el El Sur, abierto en 1980 a 10 kilómetros de Alicante. Su capacidad para 400 plazas lo convierte en el mayor cine para vehículos de España.
Poco después, en 1981, abrió el Autocine Star, situado junto a la playa de Pinedo, en la carretera de Valencia a El Saler. Ambos tienen una capacidad similar, para unos 400 coches.
Más de diez años después, en 1993, se inauguró en Asturias el Autocine Gijón, en Somió, y que goza de una gran popularidad. Está emplazado sobre un terreno de 10.000 metros cuadrados en la carretera de la Providencia al Infanzón, a unos 4 kilómetros de Gijón.
Es uno de los dos autocines de la costa cantábrica que siguen funcionando con éxito y cuentan con una gran convocatoria.
El otro se ubica en Getxo (Vizcaya), concretamente en la playa de Bilbao, con una capacidad para 130 vehículos. El Autocine Getxo fue inaugurado en 2015, lo que le convierte en el segundo más reciente de cuantos funcionan en España actualmente. Se jactan de tener la pantalla más grande de todo el Cantábrico.
En 2017, el 24 de febrero se inauguró en Madrid el Autocine Madrid RACE ocupando 25.000m2 y con espacio para 350 automóviles, una pantalla de 250m2 y zona de restauración. Está situado en el distrito de Chamartín (calle Isla de Java, barrio de Fuencarral) y estrenó su actividad proyectando la película Grease (1978).
Habitualmente, la distancia entre el potente proyector y la pantalla gigante es de 20 o 30 metros, pero en el Autocine Madrid RACE alcanza los 110 metros. En el Drive-In de Denia, la distancia del proyector a su pantalla es de 100 metros. Es un valor añadido gracias al cual el autocine puede competir con las salas tradicionales.
La nueva ola de autocines en España
El 11 de junio se inaugura en el barrio alicantino de Rabasa el autocine más moderno y más grande de Europa. Bautizado como Cinemacar. Se trata de un gran centro de ocio con una extension total de 45.000m2 y una pantalla de nada menos que 500m2.
Ofrece una capacidad para 400 coches y además cuenta con 16 palcos VIP y una zona de jardín para 60 espectadores al aire libre en primera fila respetando el distanciamiento social.
Se ha diseñado específicamente para la era post-COVID, con arcos de higienización para coches y personas, tomas de temperatura y aseos con autolimpieza por ozono para evitar contagios.
Paralelamente, en Andalucía y otras regiones de España se está planificando también la próxima apertura de nuevos autocines estables, además de un sinfín de ellos temporales para la temporada estival, algunos itinerantes.
Los que apagaron ya su pantalla
En cuanto a los autocines que ya han dejado de existir en nuestro país, en septiembre de 2019, y tras cinco años de actividad, cerró sus puertas el Autocine Cantabria. Tenía una capacidad para 100 vehículos y una modesta pantalla de 16m2. Ubicado en el barrio de Sierrapando, en el enlace entre la autovía A-8 y la A-67 a su paso por Torrelavega, las necesarias obras de ampliación de la vía obligaron a cesar la actividad en esa ubicación.
De vuelta a Asturias, muy fugaz existencia tuvo el Autocine Ribadesella, en un solar municipal de 8.100 m2 junto al Camping Playa Sauces, que proyectó su primera película el 22 de marzo de 2017 y se despidió tan sólo seis meses después.
En Murcia existió el Flipper, en la carretera de Fortuna, y en Salamanca el Ciudad Jardín. Otros proyectos fallidos fueron el Autocine Canadiense en Sevilla o el Autocine de Granada.
Cómodos y en compañía
Acudir a un autocine sólo reporta ventajas: puedes disfrutar de mucho más que una película desde la comuodidad de tu coche, que es un palco de lujo, con la ventaja de recibir el bol de palomitas y los perritos calientes en tu ventanilla sin tener que ir a buscarlo, con un sonido perfecto al volumen que prefieras, y en ocasiones, incluso eligiendo entre versión original o doblada.
Y también con la compañía que tú elijas.
Un planazo. ¿Se puede pedir más?